El racismo es una de las formas de discriminación más extendidas en el mundo. Es una herencia arraigada también por la conquista y la colonia en México.
En nuestro país el racismo no solo se ha interiorizado en lo más profundo de nuestra sociedad sino que también se ha sistematizado y eso es lo más grave.
Las y los mexicanos hemos sido educados con un pensamiento colonialista y racista, que nos hace reproducir ideas, comportamientos, acciones y prejuicios basados en una profunda discriminación contra las personas indígenas, afrodescendientes pero también hacia las personas de piel morena. Lo más irónico, nos discriminamos entre nosotros, porque más del 80% de las y los mexicanos, somos morenos.
Históricamente el tono de piel ha determinado las oportunidades que las personas pueden obtener en nuestro país, y no lo digo yo, lo dice el INEGI en su Encuesta del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional, que señala que el fenotipo de piel, define las oportunidades para el acceso a la educación, a un trabajo digno en general a un mejor nivel de vida.
Esta semana se hizo viral el caso de un restaurante mexicano, el Sonora Grill Prime, de Avenida Masaryk, en Polanco, que discriminaba a sus comensales por su tono de piel. Pues los dividía en dos salones, uno llamado Gandhi para personas de piel morena y otro llamado Mousset para personas de piel blanca y caucásicos.
Al ser expuestos, por su puesto negaron el hecho, y varias voces señalaron que las quejas provenían de “personas resentidas” y esos comentarios son sumamente preocupantes, porque son evidencia de lo sistematizado que está el racismo en México.
En lugar de haber una condena general contra el establecimiento por sus evidentes actos de discriminación racial, hubo voces como la de la panista América Rangel, diciendo que ella es morena y nadie la discriminó en el restaurante, lo que no dijo la legisladora es que no todas las personas son políticos y diputados como ella, para que su poder político y adquisitivo les blinden de ser discriminados en ese y otros espacios.
Esto no se trata de un acto de discriminación aislado, sino de un problema estructural y sistematizado. Frases como “es de tez humilde”, “estás bonita aunque seas morenita/o” el usar de forma despectiva el “ser prieto” o el “ser indio”, son evidencia de la manera en la que diariamente reproducimos ese pensamiento colonialista donde todo lo aspiracional, bello y positivo está vinculado a ser blanco, o güero y esconde un profundo rechazo a lo moreno, prieto o negro porque está asociado a ser pobre, feo o valer menos.
La pobreza y la piel morena son las principales causas de discriminación de acuerdo a la Organización RacismoMx, y avanzar hacia la visibilización, la representación, la nivelación y la antidiscriminación es fundamental aprovechando la ola de críticas y de atención que ha habido en torno al racismo en México debido al incidente discriminatorio del Sonora Grill.
Ejemplos de ese racismo sistematizado son por ejemplo la publicidad y el perfilamiento racial por parte de los medios y la autoridad. Si observamos la mayoría de la publicidad de productos y marcas en el país utilizan modelos de piel blanca. Esa publicidad es un lenguaje simbólico sobre la movilidad y la desigualdad social del país. En revistas como Caras, Rostros, Quien, y demás revistas sociales de México y Puebla, solo vemos personas blancas, rubias, con poder político y económico que retratan lo aspiracional, y lo asociado al “éxito social”, pero en esos y muchos otros espacios se discrimina a personas que no cumplen con su perfilamiento racial y se mira solo un mini sector, una burbuja de lo que verdaderamente son -Las Caras- y -Los Rostros- de toda la sociedad mexicana.
Por el contrario a las personas racializadas solo se les contempla en publicidad cuando se trata de papeles que simbolizan la pobreza o la caridad, por ejemplo la publicidad de -un kilo de ayuda-.
Y por parte de la autoridad vemos otras muestras más de racismo sistematizado, cuando policías o funcionarios públicos consideran “sospechosas” a personas solo por su apariencia y su tono de piel, más no por su comportamiento y esto ocurre en revisiones “aleatorias” cuya mayor muestra son personas morenas y pobres.
Por ello es muy importante ser autocríticos, despojarnos de ese pensamiento colonialista y racista, convertir el problema del racismo en un problema político, porque aun hay muchos sectores y personajes influyentes que niegan el problema y dicen que se trata de “gente resentida que quiere dividir”. Pero denunciar el racismo no es dividir, es avanzar hacia una sociedad más justa, más igualitaria y menos discriminatoria.
Quienes dividen no son quienes denuncian sino quienes discriminan. Dividir sería permitir que el racismo siga y guardar silencio ante ello.
Y finalmente es muy importante acotar la interseccionalidad del racismo con el machismo en México, sí el racismo discrimina a hombres y mujeres, pero entre las personas discriminadas, quienes sufren en mayor medida y hasta una triple desigualdad son las mujeres indígenas pobres, que son atravesadas por una triple discriminación por su género, su tono de piel, por clase económica y por su etnia.
Como país tenemos mucho que reconocer y arreglar, empecemos por visibilizar las injusticias, ser empáticos y dejar de discriminar a las personas por su tono de piel. Hace un par de años todo el mundo ponía en Facebook “Black Lives Matter” pero siguen negando la existencia de profundas prácticas de racismo en nuestro propio país.