En los últimos días hemos escuchado muchas notas terribles sobre casos de mujeres que fueron agredidas con ácido o sustancias corrosivas o a las que incluso les prendieron fuego y quemaron vivas. Como el caso de Luz Raquel Padilla, el de Margarita Ceceña o hace un tiempo el de la saxofonista oaxaqueña, María Elena Ríos.
Este tipo de ataques han recibido el nombre de Violencia Ácida, debido a que los ataques contra mujeres son perpetrados lanzándoles ácido muriático, corrosivo o algún otro tipo de sustancia al rostro y /o al cuerpo con la finalidad de dejarla marcada de por vida.
Lo cierto es que no son hechos aislados, son una constante, creciente y preocupante forma de violencia contra las mujeres. De acuerdo a la Fundación Carmen Sánchez, fundación que recibe su nombre por una sobreviviente de violencia ácida que desde 2014 dedica su vida a apoyar a otras víctimas de esta forma de violencia, tiene contabilizados 45 casos de enero a junio de este año, que van desde ataques con ácido hasta ataques con agua hirviendo.
De acuerdo con datos de la misma fundación, las víctimas de violencia ácida son en su mayoría mujeres, entre 20 y 30 años, y en el 85% de los casos, los agresores son sus exparejas, parejas, esposos, familiares o vecinos, y el 90% de las agresiones son directamente a la cara de las víctimas.
Esto tiene una finalidad, ejercer poder sobre la víctima con la famosa y violenta frase “sino eres mía no serás de nadie más”, pues este tipo de agresiones marca de por vida a la víctima, quien puede quedar desfigurada, ciega, o hasta muerta por las afectaciones que estás sustancias generan en los órganos internos
Lo más grave de todo es que la violencia ácida aún no es reconocida en todo el país, pues actualmente solo 7 estados la sancionan en sus códigos penales, estos son los estados de: Aguascalientes, Baja California Sur, Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Oaxaca y San Luis Potosí.
En los demás estados este tipo de ataques solo son considerados como “lesiones” que se castigan con menos de 5 años de prisión, mientras que la afectación a las víctimas es de por vida.
La violencia ácida amenaza el derecho de todas las mujeres a vivir una vida libre de violencia, la falta de interés y de responsabilidad del Estado es preocupante pues la impunidad de la que gozan quienes perpetran violencia ácida es increíble. Según la fundación Carmen Sánchez, el 94% de las agresiones quedan impunes, pues no reciben sentencia y por supuesto que ninguna víctima ha recibido reparación del daño.
Por eso es urgente que las autoridades tomen conciencia de que este tipo de violencia debe ser reconocida y sancionada. Hay una iniciativa al respecto que el Senado envió a la Cámara de Diputados y se quedó en la congeladora legislativa.
Activistas y colectivas feministas han exigido incorporar la violencia ácida como tentativa de feminicidio en el artículo 325 del Código Penal Federal, para que sea sancionada como tal, pero esta exigencia no ha progresado.
Ojalá que las y los legisladores tomen atención de esta creciente problemática legislen al respecto para visibilizar y combatir esta forma de violencia contra las mujeres, pues lo que no se nombra, no puede ser reconocido. ¡Justicia para todas la víctimas de violencia ácida ya!