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Feminismo libre de estigmas

Foto de la columnista Marisol Calva.

Cuando el feminismo surgió como movimiento político y social por ahí de 1865 en Reino Unido de la mano de las sufragistas, mujeres que desafiaron los roles de género de su época y se levantaron en lucha por sus derechos políticos y civiles, inmediatamente se originó una reacción del patriarcado.

Los hombres de poder de ese entonces, que no querían que las mujeres votaran y les disputaran el monopolio sobre la política, las llamaron locas, agresivas, violentas, subversivas, malas mujeres por no aceptar el rol impuesto de la maternidad obligatoria y el confinamiento al espacio privado, las llamaron peligrosas, conflictivas y muchos adjetivos descalificativos más.

Las sufragistas lograron su objetivo tras años de lucha. Pero década tras década, ola tras ola del feminismo, la estigmatización de la lucha feminista ha sido constante.

A las feministas de la segunda ola las llamaron libertinas, aborteras, mujeres de moral distraída, peligrosas, que atentaban contra la institución de la familia, solo por exigir acceso a anticonceptivos y el derecho a decidir sobre sus cuerpos. Esta es una lucha que en muchos países, estados y comunidades sigue vigente, pues el acceso al aborto legal y a la utilización de anticonceptivos se les sigue negando a millones de mujeres en el mundo aun cuando tienen derecho a ellos.

Y el día de hoy en pleno 2023 las cosas no han cambiado mucho, a las mujeres que toman las calles para exigir un alto a la violencia feminicida, un alto a la violencia vicaria, un alto a la violencia ácida, a la violencia obstétrica, a la violencia sexual contra mujeres, adolescentes y niñas, ahora les llaman feminazis, vandalistas, locas, generadoras de caos y muchas ofensas más.

Antes como ahora, asumirse feminista ha sido un reto para muchas mujeres, porque además de asumirnos como sujetas políticas en un mundo que nos repite una y otra vez que la política no es un espacio para nosotras, también implica exponernos a cargar con un estigma que muchas prefieren no asumir, por miedo, por desconocimiento o hasta por salud mental.

Pero romper los estigmas en torno al feminismo también es una de nuestras batallas, militar en el feminismo es una forma de rebelarnos al sistema patriarcal que nos quiere compitiendo, rivalizando, sumisas en la casa y sin decir ni una palabra porque “calladitas nos vemos más bonitas”

Militar en el feminismo es militar en el más grande movimiento político y social de las últimas décadas, es militar en la sororidad y la lucha por un mundo más igualitario, es militar en el cambio. Ojalá lleguemos a un punto donde el feminismo ya no sea necesario, donde hayamos logrado erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, donde hayamos alcanzado la igualdad. Pero mientras eso no pase, seguiremos en lucha y resistencia, para que las generaciones de niñas que vienen puedan vivir un feminismo libre de estigmas, con menos ataques y mucha más empatía.

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