Los celos son uno de los mitos del amor romántico, son una trampa y una super tóxica idea de lo que es “el amor”.
Desde niñas nos han enseñado que “si te cela es porque te quiere”, entonces vivimos justificando conductas nocivas y hasta violentas en nombre del amor.
Recientemente, se dieron dos casos terribles de feminicidios en Colombia y en Perú, el de la DJ colombiana Valentina Trespalacios y el de la tiktoker peruana Marylin Martínez, en ambos casos, los feminicidas fueron sus parejas sentimentales, el novio de la primera, y el esposo de la segunda. Con el avance de las investigaciones sobre sus cobardes y sádicos feminicidios, las respectivas fiscalías encontraron que el motivo había sido “los celos” de las parejas en las que ambas confiaron.
En el caso de Valentina, el feminicida, un estadounidense 20 años mayor que ella, y con quien evidentemente mantenía una relación violenta, la mando espiar con un detective privado como si se tratara de una película de acción, Valentina decidió romper la relación, él la mandó a seguir “por celos” y descubrió que estaba saliendo con un joven de su edad, salió a cenar con Valentina, le dijo que quería mudarse y casarse con ella, y cuando ella fue a su departamento, él la mató. La Fiscalía e Colombia dicen que fueron los celos lo que motivaron el feminicidio de Valentina, pero hay que llamar las cosas por su nombre, dejemos de romantizar los celos, eso no fue un crimen pasional, esa fue violencia feminicida pura y dura, la respuesta del patriarcado a las mujeres que se resisten a relaciones de dominación.
El caso de Marylin fue igual de terrible, su esposo con quien en numerosas ocasiones grabó y publicó tiktoks, la asesinó “por celos” porque no podía soportar que su esposa fuera famosa y muchos seguidores le comentaran lo guapa o talentosa que era. En un arranque de violencia, la mató con una saña terrible, y otra vez la cómoda justificación de “los celos” para matar a alguien.
Lo cierto es que hemos romantizado una conducta que a todas luces deberíamos rechazar. Las personas no somos propiedad de nadie, no tenemos derecho a poseer a alguien como si por el simple hecho de tener una relación afectiva ya tuviéramos derecho sobre su vida, sus decisiones y su futuro.
Los celos han sido una herramienta muy cómoda del patriarcado para justificar las peores violencias, haciendo quedar a los agresores como los pobres hombres cegados por el amor que actuaron desde sus más bajos y “animales” instintos, por la devoción que sentían hacia una mujer, y ellas, las víctimas, quedan como las malas mujeres que los sacaron de sus casillas, las que de seguro “se portaron mal”, las que los engañaron, los dejaron o los rechazaron. Pero ese falso relato nos ha costado muchas vidas. Los celos no son ni nunca serán una manifestación de amor, sino una forma de control y dominación sobre la otra persona. Necesitamos dejar de romantizarlos y sobre todo dejar de utilizarlos como excusa.
Las mujeres sienten celos, pero no andan matando hombres por ese motivo. En cambio, los hombres “por celos” ¿cuántos feminicidios o intentos de feminicidios, golpes y agresiones han cometido?
Llamar las violencias por su nombre nos ayudará a visibilizarlas y combatirlas. A Valentina y a Marylin no las mataron “por celos” las mataron porque sus parejas ejercían diferentes tipos de violencias sobre ellas y terminaron siendo víctimas de la mayor forma de violencia que puede perpetrarse contra una mujer, que es un feminicidio.
Los celos son una forma de dominio y poder, no son un indicador de amor verdadero, en cambio, son generadores de violencia, dejemos de educar con la creencia de que si te cela es porque te quiere, más bien, si te respeta, si confía en ti, si respeta tu espacio, tus amistades, tus tiempos y tus decisiones, entonces eso sí es amor