Guillermo del Castillo

Guillermo del Castillo Cajica

“La conexión humana la Navidad”

Aprovechando las fechas y la temática de celebración, es interesante explorar el origen de la Navidad, una festividad que trasciende fronteras y culturas. La Navidad, celebrada el 25 de diciembre, tiene un origen multifacético que abarca elementos históricos, astrológicos y una rica interconexión religiosa y cultural. Esta festividad, que hoy se asocia predominantemente con la celebración del nacimiento de Jesucristo, tiene raíces que se extienden mucho más allá del cristianismo.

Los registros históricos indican que la celebración del 25 de diciembre coincide con festivales paganos que conmemoraban el solsticio de invierno (el día más corto del año). Con el tiempo, el cristianismo adoptó esta fecha para celebrar la llegada de la luz en la forma de Cristo. Antes de esto, diversas culturas, como los romanos, celebraban las Saturnales, una festividad dedicada a Saturno, el dios de la agricultura, que incluía banquetes, intercambio de regalos y un enfoque en la amistad y la festividad.

El emperador romano Aureliano también instituyó el 25 de diciembre como la celebración del “Natalis Solis Invicti” o “nacimiento del sol invicto”, en honor al dios sol. Esta festividad presentaba ritmos que celebraban la renovación y la esperanza, temas que resonaban profundamente en los inicios de la comunidad cristiana.

Desde una perspectiva astrológica, el 25 de diciembre se encuentra casi en el solsticio de invierno, un tiempo donde los días comienzan a alargarse y la luz vuelve a prevalecer sobre la oscuridad. En muchas culturas antiguas, este fenómeno natural simbolizaba renacimiento y esperanza, lo que encajaba perfectamente con los ideales cristianos de redención y nuevo comienzo.

La astrología también resalta que este periodo del año está asociado con Capricornio, una señal que representa el poder, la perseverancia y la búsqueda de los sueños a largo plazo. Estas características influyen en cómo las comunidades celebran la Navidad, poniendo énfasis en la familia, la generosidad y la visión de un futuro mejor.

La Navidad no es exclusiva del cristianismo. Algunas tradiciones precristianas, como las celebraciones del dios nórdico Odin durante el solsticio, también incluyen elementos de luces y regalos. Con la llegada del cristianismo, muchos de estos rituales se dieron vuelta para incorporarse a la nueva fe, dando vida a tradiciones como el árbol de Navidad y el intercambio de regalos, que simbolizó la generosidad y el agradecimiento.

Además, el concepto de la “Navidad” ha evolucionado y se ha adaptado a diferentes culturas y religiones. En algunas comunidades, la festividad puede incluir elementos de otras creencias, como festivales hindúes o musulmanes, que celebran la luz y la familia en sus propias formas.

Con el tiempo, la Navidad se ha globalizado, absorbiendo influencias culturales de todo el mundo. Desde las tradiciones italianas con su “La Befana” hasta la celebración del “Hanukkah” judío, y milagros de comidas y festividades hindúes, la Navidad se transforma en un mosaico de interacciones culturales.

En el siglo XIX, la figura de Santa Claus se popularizó gracias a la literatura y la publicidad, incorporando elementos de varias tradiciones, incluyendo el viejo San Nicolás y el folklore nórdico. Esta evolución hacia una figura festiva y benevolente refleja un deseo universal de alegría, generosidad y unidad entre las personas.

La Navidad es, en esencia, una celebración que conecta las raíces profundas de la humanidad con sus diversas interpretaciones a través de la historia. Al ser un símbolo de luz en épocas oscuras, de generosidad y de esperanza, esta festividad sigue evolucionando y adaptándose, uniendo a las personas independientemente de su origen o creencias. Así, la Navidad no es solo una fiesta religiosa, sino un punto de encuentro cultural y espiritual que abarca lo mejor de la humanidad.

En suma, al celebrar la Navidad, no solo rendimos homenaje al nacimiento de Cristo, sino también a las muchas tradiciones que nos han formado y a las conexiones que nos unen en un mundo diverso y enriquecedor.

Tú eres único, eres extraordinario.

¡Desata tu poder y tu esplendor!

El mundo necesita que brilles.

Soy Guillermo del Castillo.
Te quiero.

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