Me cuentan que quien está muy enojado (por decirlo bonito y sin groserías) desde su exilio, lejos de la Angelópolis, es este personaje, que fue mini-gobernador, así, chiquito; alcalde de la capital, al que en este espacio le llamamos Alí Babá, y no tanto por si ascendencia, sino por la fama de llevarse lo que no.
¿Por qué esta tan enojado? Pues en primera cuando se enteró que descubrieron a su juez, el que siempre lo ayudó en los temas que le convenían, el tal Héctor, y que ya hablamos de el en otro momento, en este mismos espacio y que ya se fue muy lejos, ese que solamente atendía antes de medio día, porque después, dicen, ya no estaba en condiciones y no por el ajetreo del día, sino por otras cosas de las que el clan de Alí Babá es aficionado.
En segundo lugar porque sus antiguos “operadores” como el Ángel Caído, que tiene apellido de té y del cual ya les platiqué sus aventuras, han demostrado que no pueden hacerlo sin detentar el poder.
Cada día son menos los medios adictos a ese grupo de Alí Babá y los 40 conejos, ya solamente les quedan algunos pasquines que están desesperados por ver un poco de luz, mismos que desde la oscuridad critican sin certeza al poder de Zeus y sus aliados.
En tercer lugar porque nada le ha salido, parece que todo está perdido. Su intentona por hacerse del PAN, sin su padrino no pudo contra el debilitado yunque, su intromisión en Morena ha sido todo un fracaso, hasta sus aliados en el antiguo partidazo le han dado la espalda.
A estos tres puntos hay que agregarle que tampoco ha resultado el impulso que le ha dado a su candidato, un bigotón que despacha en San Lázaro, el que presume sus fotos con Andrés Manuel como signo de su aprobación, nomas no levanta, no junta más de 300 personas por reunión, aunque el Ángel Caído con nombre de té le mande a sus esbirros, sería una gran sorpresa que el bigotón lograra tener la nominación para candidato a gobernador.
Pero los enemigos de Alí Babá no deben de estar tranquilos, estos personajes son muy peligrosos, sobre todo cuando tienen poco que perder. Sus herederos están dispuestos a todo y están buscando cualquier oportunidad para poder volver a decirles a las personas con las que se enfrenten: “mi papá aprieta botones”.