La guerra de encuestas en Puebla ha comenzado. Casi tal cual como sucedió en el marinismo, cuando Javier López Zavala se empeñó en que iba arriba en los sondeos.
Solo los resultados de la elección revelaron que el trabajo en tierra de Rafael Moreno Valle, su disciplina que casi rayaba en la obsesión y lo innovador de su campaña, funcionó para que ganara el estado.
Este lunes comenzamos a vivir algo similar. Los primos Mier se enfrentaron en una guerra de encuestas.
Alejandro Armenta presumió el sondeo de Parametría, que coloca a Julio Huerta muy cerca de Nacho Mier.
Armenta usó este resultado para burlarse del diputado federal. Le recomendó apurarse porque ya lo estaba alcanzado el secretario de Gobernación.
Para contrarrestar esta encuesta, el equipo de Nacho Mier filtró un sondeo del Centro de Estudios Estratégicos con números completamente diferentes.
Según estos datos, Mier habría alcanzado en un par de meses lo que Armenta ha logrado de posicionamiento en más de 12 años de campaña.
Pone a ambos en un empate con 52% de conocimiento.
Hoy, el diputado federal, Nacho Mier dijo que presumir encuestas “es una práctica del viejo régimen”. Olvida que hace unas semana dijo en entrevista con Alberto Rueda que él encabezaba ya los sondeos.
Por supuesto, no aceptó que la encuesta publicada por el Centro de Estudios Estratégicos fue filtrada por su equipo. Usó el típico “yo tengo otros datos”, aunque no dijo cuáles.
Mier no puede permitirse, en percepción, verse tan lejos de Armenta y tan cerca de Julio Huerta. Eso hace que se contengan los apoyos de todo tipo, hasta los económicos.
Una lección nos dejó el 2010 sobre la guerra de encuestas, bueno dos: el que presume un crecimiento exponencial y repentino, miente y “caballo que alcanza gana”.
Aplica para todos.