Tiempos electorales son, también, tiempos de manifestaciones. Y no, no pretendo desacreditar per se la manifestación social es instrumento de la libertad de expresión, pero lo que paso este día es un ejemplo claro de cómo la desestabilización social es un instrumento electorero. Dos manifestaciones sucedieron en Puebla, caóticas ambas.
La primera comenzó por la tarde con un grupo de pobladores de la Junta Auxiliar de la Resurrección. Liderados por el edil auxiliar, Adolfo Reyes, cerraron el primer cuadro de la ciudad y con un tractor intentaron tirar la puerta del Ayuntamiento.
El alcalde fue detenido y ellos, los manifestantes, retuvieron a un trabajador de la Secretaría de Gobernación Municipal.
¿Qué pasó?
Resulta que el fin de semana el Ayuntamiento clausuró establecimientos clandestinos que vendían alcohol.
Los propietarios aseguran que tienen un permiso expedido por el alcalde auxiliar.
Esto es ilegal, solo el Ayuntamiento de Puebla puede emitir licencias de funcionamiento.
La manifestación, que tenía solo intereses políticos, fue un apetecible plato para los opositores del gobierno de Eduardo Rivera.
Regidores y diputados criticaron la “falta de capacidad” del Ayuntamiento para lidiar con sus ediles auxiliares.
En fin…
Luego por la noche, por ahí de las 7:20 un grupo de vecinos de los fraccionamientos de la Atlixcáyotl cerraron la vialidad durante casi una hora.
El caos vial fue tremendo. Aunque aseguraron que más de 500 vecinos se ven afectados con el cierre de vueltas a la izquierda, en la manifestación no eran más de 100.
Hay que decir que es evidente que el programa piloto de la secretaría de Movilidad ha funcionado. El tiempo se redujo de 35 a 8 minutos. Así que lo más seguro es que el gobierno tome la decisión de que las vueltas queden prohibidas de forma permanente.
Las dos manifestaciones tuvieron algo en común: intereses de unos cuantos, afectados todos.