Seis años después, parece llegar la justicia para Yanelli, quien tenía 24 años de edad cuando la noche del 8 de junio de 2016 dos hombres la violaron a bordo de un taxi colectivo en el municipio de Huauchinango. Por denunciar a sus agresores, un año después, otros dos sujetos la volvieron a atacar sexualmente; esta vez, en su propia casa y frente a su hija de dos años.
Uno de los responsables ya está condenado a 10 años de cárcel y, apenas, el pasado 29 de septiembre, otro fue detenido.
Precisamente en junio pasado, Yanelli V. se manifestó solita afuera del edificio principal de la Fiscalía General del Estado (FGE), en la ciudad de Puebla, para recordarle a las autoridades que tienen una deuda con ella y con su hija. Hasta ese momento, solo uno de sus cuatro agresores estaba preso y en cuatro años obtendrá su libertad.
“El sufrimiento de hace seis años ya no es el mismo de hoy, pero sigo pidiendo justicia y eso aún no ha sucedido. Hace seis años, después de hacer una denuncia, de confiar en la Fiscalía, yo no sabía que mi vida iba a cambiar por completo. Un año después de mi primera denuncia me volvieron a violar”.
Este miércoles 5 de octubre, la FGE informó que Sergio N, quien participó en la segunda violación, fue aprehendido hace una semana en el estado de Hidalgo. Este hombre ya fue vinculado a proceso por violación equiparada agravada y lesiones agravadas.
El 12 de octubre de 2017, Sergio, junto a otro sujeto, le pegó a Yanelli; la tiró en el piso, la pateó, le escupió, amarró de pies y manos y luego la violó. Antes de irse, le tomaron fotografías a su hija de dos años; le robaron mil 900 pesos, la amenazaron para que retirara la demanda en contra de su primer agresor y luego le escribieron en el pecho la palabra “puta” con una navaja.
La primera violación
La noche del 8 de junio de 2016, Yanelli regresaba a casa a bordo de un taxi colectivo en el que solo viajaba ella. Sin embargo, dos cuadras después se subieron dos hombres: uno adelante y otro otras.
Metros adelante, los sujetos sacaron un arma blanca y una de fuego para asaltarla a ella y al chófer, pero después de quitarles sus pertenencias le ordenaron al conductor que se desviara del camino y fue entonces cuando la violaron.
El taxista, un señor de la tercera edad, le pidió disculpas por no poderla ayudar y se ofreció llevarla a casa. Ella iba con la ropa desgarrada y sangre en el rostro. De los responsables, solo sabía que uno se llamaba Erick poque mientras la violaba su cómplice le decía: “ya Erick, me toca”.
Un mes después, mientras esperaba el transporte público, vio que la Policía Municipal llevaba detenidos a dos hombres. Uno era Erick.
Aunque no sabía su nombre completo, lo reconoció plenamente y con esa seguridad se presentó ante el Agente del Ministerio Público para denunciarlo.
Erick fue detenido inicialmente por participar en una riña, pero luego fue aprehendido por violación.
Por denunciar, la vuelven a violar
Yanelli nunca supo por qué los familiares de Erick tuvieron acceso a su número telefónico y domicilio, pero comenzó a recibir una serie de amenazas que meses después se cumplieron.
El 17 de octubre de 2017, Sergio y otro hombre llegaron a su domicilio. Ella solo estaba con su hija porque su mamá y hermana salieron. Fue entonces cuando la violaron por segunda ocasión.
Te estás haciendo la muy chingona, si deberás muy cabrona, defiéndete”, le gritaban.
La joven recibió una golpiza frente a su hija; la humillaron, ataron de pies y manos con una cuerda y luego la violaron. Ella dejó de pedir gritar pidiendo auxilio cuando jalaron a su hija del cabello y luego le tomaron fotografías porque conocían a alguien al que le gustaban así.
Antes de irse, le robaron dinero y sacaron una navaja para marcarla con la palabra “puta”, para que no se le olvidara lo que era.
En julio de 2018, Yanelli volvió a ver a Erick. Después de un juicio oral que duró cuatro días, fue declarado culpable y recibió una condena de 10 años.
Por seguridad, Yanelli abandonó el municipio que la vio crecer y no estuvo cuando su madre murió. Ella perdió casi al 100 por ciento la vista en su ojo izquierdo, estuvo varios años en terapia y a pesar de todo lo que paso, siempre agradece el poder estar viva para ver crecer a su hija, quien es su principal motor para salir adelante.