Inicio de clases y la necesidad de contextualizar lo que enseñamos
A casi un mes de haber iniciado el periodo semestral, que en algunas universidades denominamos de primavera, se vuelve indispensable recuperar un concepto clave de la enseñanza situada que permite dotar de significado a lo que enseñamos. Esto es particularmente relevante en un contexto político, social y climático convulso como el que vivimos, aunado a problemáticas socioemocionales y psicosociales que se evidencian en aumento en las aulas. Estas realidades no solo envuelven nuestras clases, sino que las atraviesan y les dan sentido.
Este concepto clave es la contextualización de la enseñanza. Cuando hablamos de contextualización en el proceso educativo, reconocemos que el contexto y las circunstancias sociales son variables fundamentales que interactúan con las características individuales de los estudiantes para promover un aprendizaje significativo (Díaz Barriga, 2003).
Contextualizar la enseñanza implica utilizar situaciones del entorno personal y social del alumnado como detonante para el logro de los aprendizajes esperados, el desarrollo de competencias y la obtención de los estándares curriculares. En este sentido, el conocimiento no se presenta de manera aislada, sino en relación con experiencias y problemáticas reales que permitan a los estudiantes darle sentido a lo aprendido y aplicarlo en su vida cotidiana.
La importancia de la contextualización radica en que propicia una educación más pertinente y significativa, donde los contenidos académicos se vinculan con la realidad de los estudiantes. Este enfoque favorece el desarrollo del pensamiento crítico, la resolución de problemas y la capacidad de reflexión sobre su entorno.
Para lograr una enseñanza contextualizada, es fundamental que los docentes conozcan a sus estudiantes: sus intereses, preocupaciones y realidades. Asimismo, deben dominar los propósitos y contenidos de sus asignaturas y mantenerse informados sobre los acontecimientos sociales, políticos y culturales que impactan la vida cotidiana. Esta conexión les permite articular los contenidos académicos con problemáticas actuales, casos reales y desafíos contemporáneos, favoreciendo un aprendizaje significativo y una educación más pertinente. Estrategias como el aprendizaje basado en problemas y el estudio de casos son herramientas eficaces para fortalecer esta práctica. Sin embargo, no solo se puede contextualizar con la estrategia de intervención en clase, podemos contextualizar propósitos, contenidos, las actividades de aprendizaje, el discurso en clase, recursos, materiales, bibliografía, referencias electrónicas, entre otras dimensiones y elementos de nuestra enseñanza.
En este sentido, la contextualización de la enseñanza no solo responde a la necesidad de hacer el aprendizaje más relevante y significativo, sino que también contribuye a formar ciudadanos reflexivos, críticos y comprometidos con la realidad que los rodea. En un mundo en constante transformación, la educación no puede permanecer ajena a los cambios y desafíos de la sociedad, sino que debe convertirse en un puente entre el conocimiento académico y la vida cotidiana de los estudiantes.