Guillermo del Castillo

Guillermo del Castillo Cajica

Nuestros demonios

El perdón, la culpa, la justificación y el victimismo son conceptos profundamente entrelazados en la experiencia humana. Cada uno juega un papel en cómo manejamos los conflictos y las relaciones, y cómo interpretamos nuestras acciones y las de otros. Sin embargo, desde el punto de vista de la responsabilidad plena, es posible considerar que no siempre son necesarios o útiles.

Tradicionalmente, el perdón se considera un medio para sanar después de una ofensa. Permite a la persona ofendida liberar el resentimiento y avanzar. No obstante, desde una perspectiva de responsabilidad plena, si uno asume completa responsabilidad por sus acciones, puede que no requiera el perdón de otros, ya que entender y aceptar las consecuencias de nuestras acciones puede ser suficiente para seguir adelante y aprender de los errores.

La culpa es una emoción compleja que a menudo surge cuando sentimos que hemos fallado moralmente. Sin embargo, la culpa puede ser paralizante, impidiendo cualquier progreso hacia el aprendizaje o el cambio. Ser plenamente responsable implica reconocer el error, pero sin caer en la espiral de la culpa, que no contribuye al crecimiento personal.

La justificación es el mecanismo por el cual intentamos racionalizar nuestras acciones para hacerlas más aceptables ante los demás o ante nosotros mismos. Desde una postura de responsabilidad, las justificaciones no son necesarias. Aceptar nuestras acciones sin el deseo de justificarlas es clave para una autocomprensión honesta y un desarrollo personal auténtico.

El victimismo ocurre cuando adoptamos el papel de víctima en situaciones en las que podríamos tener cierto control o responsabilidad. Desde el punto de vista de la responsabilidad, evitar el victimismo significa asumir nuestras circunstancias con la conciencia de que tenemos el poder de influir en ellas, directa o indirectamente. Esto nos capacita para actuar en nuestro mejor interés, sin caer en la inacción o el resentimiento.

Ser plenamente responsable significa aceptar la total propiedad de nuestras acciones y sus consecuencias, sin depender de disculpas externas, justificaciones o el perdón de los demás. Esto no excluye la empatía ni el reconocimiento del impacto de nuestras acciones en otras personas. Al contrario, fomenta una comprensión más profunda de cómo nuestras elecciones afectan a quienes nos rodean, alentando interacciones más saludables y responsables.

Cuando somos completamente responsables, cultivamos una forma de vivir que busca mejorar y aprender constantemente de nuestras acciones sin necesidad de justificar, culpar, exigir perdón o caer en el victimismo. Esto no es una negación del error, sino un camino hacia un entendimiento más maduro y consciente de nuestra capacidad para afectar nuestro mundo y las vidas de aquellos con quienes interactuamos.

Tú eres tú, eres extraordinario. ¡Desata tu poder y esplendor!

¡El mundo necesita que brilles!

Soy Guillermo del Castillo.

Te quiero.

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